El Día
Internacional de Acción por la Salud de la Mujer tuvo su origen el 28 de mayo
de 1987 en el V Encuentro Internacional de Salud de la Mujer, con el propósito
de reafirmar el derecho a la salud como un derecho humano de las mujeres al que
deben acceder sin restricciones o exclusiones de ningún tipo a través de todo
su ciclo de vida.
En esta reunión,
realizada en Costa Rica, más de 600 mujeres, representantes de organizaciones
de diferentes países del mundo, concluyeron que necesitaban contar con una
fecha para reflexionar y discutir sobre las políticas y programas, así como
para proponer acciones a favor de la salud de la población femenina mundial.
En la actualidad,
el 28 de mayo forma parte del calendario de las mujeres, así como de las organizaciones
e instituciones que trabajan con y para ellas.
Barreras como las
geográficas (distancia al centro de salud), culturales (por ejemplo, la
percepción de que la menstruación es motivo de vergüenza y debe ser ocultada) y
socio-económicas (discriminación por parte del personal de salud según casta,
clase, preferencia sexual y pobreza), forman parte de los principales factores
que influyen sobre el derecho de las mujeres a gozar de una vida y una
sexualidad saludable y placentera. A esto hemos de agregarle, como en el caso
de España, las barreras a las mujeres migrantes indocumentadas.
Tod@s debemos
poner nuestro granito para “superar” estereotipos culturales como que:
·
las
mujeres son las últimas en comer en la casa y las que reciben la peor o menor
cantidad de comida;
·
en
pleno siglo XXI necesitan del permiso de sus esposos o parejas para usar métodos
anticonceptivos;
·
que
sean las últimas de la familia en buscar atención médica,
·
que
no intervengan en las decisiones concernientes a la definición de las políticas
públicas y las asignaciones presupuestarias para la salud, etc.
Los derechos del cuerpo, de la sexualidad
y la reproducción son derechos humanos universales. Este concepto, que en una
primera lectura puede parecer demasiado abstracto, en realidad tiene una
directa relación con la vida cotidiana de las mujeres, con el goce de una
sexualidad libre y sin riesgos, con su posibilidad de elegir ser madres o no,
con el acceso a servicios de salud sexual y reproductiva con calidad de la
atención, con la garantía de vivir libres de toda forma de violencia y
coerción, con el respeto y cuidado de sus cuerpos.
Por otra parte, aunque los contenidos de
varios tratados y convenciones de derechos humanos de una u otra forma aluden a
los derechos de las personas en el ámbito de su sexualidad y reproducción,
todavía existe el desafío de contar con un tratado con “nombre propio”, es
decir, específico sobre estos derechos, ya que permitiría avanzar hacia su
exigibilidad. En este punto es necesario destacar el impulso articulado de
numerosas redes y organizaciones sociales en torno a la Campaña por una
Convención Interamericana de los Derechos Sexuales y Derechos Reproductivos, de
la cual, la
Coordinadora Feminista y Federación Estatal de Organizaciones
Feministas, hacen parte como Red.
Sin embargo, quizás el reto mayor es
lograr que la vida de las mujeres, a lo largo de todo su ciclo vital, exprese
efectivamente el pleno ejercicio de estos derechos como parte de su ciudadanía
social. Porque si no es así, esto demostraría en forma irrefutable que el
avance de las mujeres hacia una ciudadanía plena aún no llega a la meta en este
tercer milenio, y que las democracias actuales incumplen su deber de
representar las demandas de todos los colectivos sociales.
Es por ello que la Red de Salud de las
Mujeres Latinoamericanas y del Caribe, una vez más, quiere hacer del 28 de
mayo, Día Internacional de Acción por la Salud de la Mujer, una jornada
regional de exigencias para que los derechos de las mujeres en el ámbito de la
sexualidad y la reproducción sean plenamente respetados y cautelados. Y para
que las mismas mujeres se apropien de ellos en todo su potencial.
Por lo tanto, el llamado a la acción Los Derechos
Sexuales y Derechos Reproductivos son Derechos de Ciudadanía, ¡Exígelos,
defiéndelos, ejércelos! se propone el siguiente objetivo:
Promover en la sociedad en general, y en
los tomadores de decisión en particular, el respeto de los derechos sexuales y
derechos reproductivos de las mujeres como derechos humanos y derechos de
ciudadanía, expresados en:
• Salud sexual y reproductiva plena,
durante todo el ciclo vital.
• Maternidad voluntaria, gozosa y
protegida, y respeto a quienes expresen la decisión de no ser madres.
• Acceso a servicios de salud sexual y
reproductiva, con buena calidad de la atención, oportuna y asequible, y sin
discriminación de ningún tipo.
• Acceso garantizado a todos los métodos
anticonceptivos modernos, incluyendo la anticoncepción de emergencia y los
condones masculinos y femeninos.
• Derecho al aborto libre, seguro y
legal, y fin de las persecuciones contra las mujeres que abortan.
• Respeto a la libre decisión de las
mujeres sobre su sexualidad, bajo la opción que ellas decidan.
• Rechazo a toda expresión de violencia y
coerción en estos ámbitos, sea que provenga de su círculo íntimo, de extraños o
de instituciones.
• Fomento a las responsabilidades
compartidas entre mujeres y hombres en salud sexual y reproductiva, en
especial, en la regulación de la fecundidad, prevención de infecciones de
transmisión sexual (incluyendo el VIH/SIDA), crianza de hijas e hijos, y
cuidado de salud familiar.
Los derechos del cuerpo,
sexualidad y reproducción
Diferentes tratados internacionales han
sentado las bases para el reconocimiento y protección de los derechos del
cuerpo en la sexualidad y la reproducción, ya que aluden a la protección de
derechos fundamentales en estos ámbitos, tales como: el derecho a la vida, a la
salud, a la igualdad y no discriminación, a la integridad personal, a la
intimidad y a estar libres de violencia.
Considerando, además, que la salud es un
complejo fenómeno biopsicosocial, también el derecho a la educación, al trabajo
y la vivienda son indispensables para que los derechos del cuerpo tomen forma
concreta, puesto que si una mujer está agobiada por la pobreza, por la falta de
habitación o carece de educación suficiente, esto la coloca en condiciones de
mayor vulnerabilidad y desprotección en todos los ámbitos de su vida,
incluyendo la salud.
Algunos de los instrumentos
internacionales para la protección de estos derechos son:
• Declaración Universal de Derechos
Humanos,
• Pacto Internacional de Derechos Civiles
y Políticos,
• Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales,
• Convención sobre los Derechos del
Niño/a,
• Convención Americana de Derechos
Humanos.
• Convención sobre la Eliminación de
Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, CEDAW, y
• Convención Interamericana para
Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, Convención de
Belem do Pará.
Considerando que la protección de la
salud sexual y reproductiva es un paso indispensable para el goce de los
derechos sexuales y derechos reproductivos, es indispensable que los Estados la
garanticen, promuevan y protejan. Por lo tanto, deben tomar en cuenta las
necesidades particulares de salud de las mujeres (y de los hombres), a partir
de su diversidad y sus condiciones de vida. Y deben eliminar todas las barreras
legales, económicas, religiosas y culturales para la atención a la salud sexual
y reproductiva.
Efectivamente, hay barreras que
obstaculizan la salud y los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres:
Leyes que penalizan o restringen el
aborto; dificultades para obtener anticonceptivos, en especial anticoncepción
de emergencia y condones; negativa para esterilización quirúrgica voluntaria
incluso si es legal; discriminación para atención de adolescentes, mujeres
lesbianas y bisexuales, mujeres viviendo con el VIH/SIDA, mujeres rurales y
afrodescendientes; presiones de iglesias y grupos aliados que buscan impedir la
autonomía sexual y reproductiva de mujeres y jóvenes, etc.
Además, la calidad, cobertura y acceso a
los servicios de salud sexual y reproductiva no siempre están garantizados pues
dependen de los medios económicos de las mujeres, del lugar geográfico donde
viven, de su raza/etnia, etc. De hecho, la pobreza es una barrera concreta y
tangible que enfrentan las mujeres para garantizar la atención de salud.
El derecho a la autodeterminación es,
asimismo, clave para garantizar los derechos sexuales y derechos reproductivos.
Y se expresa, principalmente, en el derecho a decidir cuántos hijos tener y su
espaciamiento, o no tenerlos, y contar con los medios e información para
concretar esta decisión. También se refleja en el modelo de sexualidad que
deseamos vivir. Las opciones libres, sin embargo, solo son posibles cuando se
eliminan todas las presiones, violencias y controles sobre el cuerpo de las
mujeres. Lamentablemente, en las sociedades actuales aún son frecuentes
fenómenos tales como:
La violencia sexual, el matrimonio
forzado y temprano, el mandato cultural sobre la maternidad, el embarazo
forzado, la penalización del aborto, la discriminación y violencias contra las
expresiones de la diversidad sexual, la estigmatización de la sexualidad
adolescente, el uso y abuso del cuerpo de las mujeres en los medios de
comunicación y publicidad, etc.
Por lo tanto, es necesario reafirmar un concepto
de gran importancia política: el derecho a la integridad física o corporal, que
sostiene que las mujeres deben estar protegidas de la invasión o intrusión no
deseada en sus cuerpos. Este principio tiene sus raíces en el respeto a la
dignidad humana, los derechos de libertad y seguridad de la persona, y el
derecho a la intimidad y privacidad. Así entendido, el derecho a la integridad
física protege de las restricciones no consensuales respecto de su autonomía
física.
Además de los tratados internacionales ya
mencionados, los derechos humanos de la mujer han sido parte de los programas
de las conferencias mundiales convocadas por las Naciones Unidas, en especial
desde la década de los 90 del siglo pasado. Aunque estos programas no crean
obligaciones legales a los gobiernos de los países signatarios ya que no son
vinculantes, deben considerarse compromisos morales que dichos países asumen
frente a la comunidad internacional. Y además se transforman en instrumentos de
acción política con los cuales la sociedad civil puede presionar para el logro
de mayores avances.
En este punto, cabe recordar el
compromiso que ha desplegado el movimiento de mujeres en torno al seguimiento
de la
Conferencia Internacional sobre la Población y Desarrollo de
El Cairo y la Conferencia
Mundial de la Mujer de Bejing, que en el año 2009 y 2010
cumplieron 15 años, respectivamente, desde su realización. Ambas lograron
incorporar en sus programas de acción una serie de recomendaciones que aluden
directamente a la salud sexual y reproductiva de las mujeres, y a los derechos
correlativos, para avanzar a respuestas concretas frente a las brechas,
desigualdades y vacíos que persisten en estos ámbitos. Más aun, este año 2010
se cumplen los 10 años desde la aprobación de los Objetivos de Desarrollo del
Milenio, que sí constituyen un compromiso vinculante para los gobiernos, lo que
plantea nuevos desafíos en términos de monitoreo y presión ciudadana.
Cabe hacer notar que, en agosto del año
2009, durante el Encuentro de Mujeres de Redes Regionales de América Latina y
el Caribe en el Proceso de Cairo + 15, se firmó la Declaración de Panamá que
puede considerarse una guía de ruta para trabajar en torno a los acuerdos de la
Conferencia de El Cairo, con especial énfasis en la protección y promoción de
la salud y derechos sexuales y reproductivos de mujeres y niñas.
Por lo tanto, entendiendo la calidad de
ciudadanía como el derecho a tener derechos, y además ejercerlos, la RSMLAC
quiere hacer de este Llamado a la Acción un proceso que permita a nuestras
organizaciones afiliadas identificar algunos de los principales obstáculos para
el reconocimiento de los derechos sexuales y reproductivos, denunciar sus
efectos y exigir que sean corregidos.
Este 28 de Mayo, por lo tanto,
denunciaremos algunas situaciones que tienen consecuencias nocivas para los
derechos de las mujeres, en especial para sus derechos sexuales y
reproductivos:
• La histórica oposición de la jerarquía
de la Iglesia
Católica contra los derechos sexuales y reproductivos, que se
expresa en un discurso fundamentalista, autoritario y castigador, y en su
intromisión indebida en las políticas de los Estados. Lo que contrasta con los
vergonzosos delitos de pedofilia y abusos que continúan siendo denunciados.
• El impacto desproporcionado de la
pobreza en las mujeres, y los efectos de este fenómeno en sus derechos humanos
sexuales y reproductivos.
• Los graves efectos de la violencia
contra las mujeres en su salud integral, fomentada a partir de la
naturalización social de este fenómeno.
A partir de estos tres enfoques, que
serán apoyados con Hojas Temáticas para la Acción que se difundirán ampliamente
durante abril y mayo, la RSMLAC quiere contribuir para el empoderamiento de las
mujeres a partir del reconocimiento de sus derechos sobre su cuerpo, sexualidad
y reproducción, como derechos humanos.